La gratitud es un lenguaje que cambia nuestra manera de ver la vida. Muchas veces nos enfocamos en lo que falta, en lo que aún no llega o en lo que salió mal. Pero cuando decidimos detenernos y agradecer por lo que tenemos, incluso lo más pequeño, algo se enciende dentro de nosotros.
Hoy me levanté agradeciendo simplemente por abrir los ojos, por poder respirar, por tener un nuevo día por delante. Ese gesto sencillo me dio una perspectiva distinta durante toda la jornada. Lo que parecía rutinario se volvió especial.
La Biblia nos recuerda: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18). No dice “en algunas cosas”, sino en todo. Eso incluye lo bueno, lo regular y hasta lo difícil.
La gratitud no cambia las circunstancias de inmediato, pero cambia nuestro corazón frente a ellas. Nos hace más fuertes, más humildes y más conscientes de que cada día es un regalo.
Hoy confirmé que agradecer abre puertas a la esperanza y nos acerca más a Dios.