Durante mucho tiempo pensé que descansar era perder el tiempo. Quería estar siempre ocupado, siempre produciendo, siempre haciendo algo. Pero esa mentalidad me llevó al agotamiento físico y a la confusión mental.
Hoy entiendo que el descanso es parte esencial de la salud mental. Dormir bien, tomarse pausas y desconectarse de las preocupaciones no es un lujo, es una necesidad.
Cuando descanso de verdad, mi mente se aclara. Las ideas fluyen mejor, las emociones se ordenan y hasta los problemas parecen menos pesados.
La salud mental no se logra solo con disciplina y esfuerzo, también con saber cuándo parar. Darle al cuerpo y a la mente un tiempo de recuperación es tan importante como alimentarse bien o hacer ejercicio.
El descanso me recuerda que soy humano, no máquina, y que para seguir adelante necesito detenerme de vez en cuando. Descansar no es rendirse, es recargar fuerzas para continuar.